Mujeres explotadas en la industria electrónica en Filipinas

Cuando Jessica empezó a trabajar en una fábrica de productos electrónicos en Filipinas, no recibió una formación de seguridad laboral ni información sobre los riesgos para la salud que comportaba su nuevo puesto de trabajo. Después de más de una década haciendo trabajos de soldadura en la fábrica, le diagnosticaron, primero, un dedo en gatillo. Después, un quiste ovárico. Antes de que, finalmente, la trasladaran a otra unidad donde hacía trabajos más ligeros, tuvo que someterse a varias intervenciones quirúrgicas y, en última instancia, fue necesario extirparle el útero. Jessica es solo una de las muchas mujeres que trabajan en fábricas de electrónica en el Sur Global, la salud y el bienestar de las cuales son sacrificados para el beneficio de empresas de electrónica multimillonarias.

Filipinas, en concreto, es actualmente uno de los países del mundo más importantes en la producción y exportación de componentes electrónicos y microchips: en 2022 el sector ocupó una media de entre 2,2 y 3,2 millones de personas, en 920 empresas de electrónica y 261 establecimientos de fabricación.

Setem Catalunya, en el marco de la campaña Electrónica Justa, presenta la informe “Condiciones laborales en las fábricas de electrónica en Filipinas, en clave de género“, donde se sacan a la luz las condiciones laborales en que se trabaja en las fábricas de electrónica en las Filipinas, especialmente para las mujeres trabajadoras del sector. El informe se ha elaborado con la colaboración de varias entidades de la sociedad civil filipina, que se dedican a acompañar, asesorar y defender las trabajadoras, a partir de entrevistas sus representantes, así como a otras trabajadoras de diferentes fábricas del sector.

 

Violencia de género en la industria de la electrónica

La mayoría de las fábricas de electrónica en Filipinas se sitúan en las Zonas Económicas Especiales, las cuales están regidas por normas diferentes del resto del país, y facilitan a las empresas vulnerar los derechos de las trabajadoras. Aun así, el sector de la electrónica se encuentra entre los sectores donde hay más riesgo de esclavitud moderna según el Global Slavery Index de 2023.

Mujeres como Jessica se ven empujadas a trabajar en fábricas del sector electrónico por la falta de alternativas laborales viables en comparación con los hombres a causa de la desigualdad de género, lo cual hace que la mayor fuerza de trabajo manual de las fábricas recaiga sobre las mujeres. Según remarca el informe, esta feminización del trabajo en las fábricas está reforzada por las narrativas patriarcales de género: muchos altos cargos dentro de este sector consideran que las mujeres son más dóciles, menos agresivas y menos propensas a defender sus derechos que los hombres. Por esta razón, las prefieren para el trabajo manual en las cadenas de montaje.

La alta demanda de trabajo por parte del colectivo de mujeres es usada por los empresarios en beneficio propio, imponiendo condiciones laborales pésimas para los puestos de trabajo en las fábricas: contratos de corta duración en lugar de ocupación segura, salarios bajos, jornadas laborales excesivas con días de descanso mínimos o inexistentes, o ausencia de baja maternal. Al mismo tiempo la mayoría de los lugares de supervisión se asignan a hombres. Las narrativas patriarcales y estereotipos de género imponen la noción de que estas funciones requieren calidades percibidas como “masculinas”, como la asertividad y el liderazgo, y que, por lo tanto, son más adecuadas para los hombres. Además, en las fábricas existen varios riesgos para la salud, no solo por el extenuante y repetitivo trabajo manual, sino también por la manipulación de productos químicos tóxicos sin formación previa ni medidas de seguridad adecuadas.

De este modo, las mujeres se concentran en los trabajos peor pagados, más intensivos en trabajo manual y más peligrosos de las fábricas.

 

 

Represión sindical y acoso a defensoras de derechos laborales

Las personas que lideran los sindicatos o que se afilian son asediadas, perseguidas, estigmatizadas, incluso agredidas o asesinadas. La organización de derechos humanos filipina Karapatan ha documentado 427 ejecuciones extrajudiciales entre julio de 2016 y el diciembre de 2021, incluyendo varios casos que afectaban defensores y defensoras de los derechos obreros. Las personas que se oponen a las prácticas explotadoras de las empresas, como activistas laborales y líderes o *lideresses sindicales, se enfrentan en las Filipinas a abusos y un fuerte acoso. La práctica del “red tagging” (acusar a alguien de ser un rebelde comunista y tener relación con grupos terroristas) ha llevado al hecho que la vida misma de activistas se vea amenazada y, en última instancia, al asesinato de trabajadores y trabajadoras que hayan denunciado condiciones de trabajo abusivas.

La represión sindical y la persecución de activistas no solo ocurre en Filipinas, sino en todos los países donde se fabrican y exportan aparatos electrónicos, lo cual impide avanzar en la mejora de derechos laborales en el sector de la electrónica. Como resultado, cualquier aparato electrónico que compramos probablemente ha sido producido a expensas de trabajos forzados y abusos, especialmente para las mujeres.

 

 

El informe demuestra que, para mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres en el Sur Global, es necesario reforzar los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil y adoptar medidas políticas eficaces. Solo si las empresas están obligadas de responsabilizarse del bienestar de todas las trabajadoras a lo largo de la cadena de suministro podrá la industria electrónica llegar a ser justa y ética.