Crisis en Agbogbloshie debido al desmantelamiento forzado del vertedero

Julio de 2021

  • La semana pasada, el gobierno regional de Accra (Ghana) empezó a desmantelar el barrio de Agbogbloshie, su mercado y su vertedero electrónico, donde miles de personas trabajan en condiciones lamentables.
  • Se pretende así desplazar 30 kilómetros al norte la actividad de la zona, poniendo en peligro el medio de vida de numerosas familias, y sin garantizarles un entorno laboral aceptable.
  • El abordaje del problema desde un enfoque local, complica la situación de las trabajadoras y trabajadores de la zona, que en realidad son víctimas del modelo productivo asociado a la electrónica, que sostiene el estilo de vida tecnodependiente de las sociedades del Norte Global.

En Accra, la capital de Ghana, se encuentra uno de los vertederos electrónicos más grandes del mundo. Su nombre, Agbogbloshie, hace referencia al barrio donde se ubica, estando en el centro de la ciudad. En el mismo, gente de diversos lugares, a menudo del norte del país donde se encuentra la población con menos recursos, acude en busca de un trabajo como única forma de supervivencia.

El 28 de junio de 2021, Henry Quartey, Ministro Regional del ‘Gran Accra’, ordenó el desmantelamiento de Agbogbloshie dentro de su agenda «Hagamos que Accra funcione». Empezando por los comerciantes de cebollas del mercado, hasta los recolectores de chatarra del vertedero, esta campaña pretende acabar progresivamente con la actual actividad del barrio de Agbogbloshie, y trasladarlo a Adjen Kotoku a unos 30 km a norte.

La policía y varios medios de seguridad han entrado en Agbogbloshie con gases lacrimógenos, y disparando balas de goma para dispersar a los comerciantes que se amotinaban en el barrio. Ordenan su inmediata evacuación, demoliendo todo con excavadoras, y retransmitiendo con orgullo lo que llaman la «toma de posesión de Agbogbloshie» para redes sociales y los medios de comunicación.


Se puede considerar que Agbogbloshie es un centro de economía circular. Sin embargo, las condiciones en que se recicla son lamentables. Sin protección ni medios apropiados que garanticen un adecuado reciclaje, las personas se exponen a una manipulación de tóxicos que, frecuentemente, implica consecuencias muy graves en su salud. Gente muy joven, incluso niños, recuperan del vertedero metales pesados ​​para revenderlos, habiendo igualmente muchas mujeres y niñas que principalmente venden comida y agua para beber, lavarse y apagar el fuego de la quema de cableados.

La quema de estos residuos hace que la población que pasa su día a día en Agbogbloshie respire de manera continua una nube de tóxicos, reflejándose en elevadas tasas de metales pesados ​​en su sangre y orina, y en enfermedades respiratorias, cutáneas, cardiovasculares y cáncer. Todo esto ocasiona un impacto social brutal, que no solo sufre la gente del propio vertedero, sino todo su alrededor: el mercado de frutas y verduras, las escuelas, los templos y las viviendas. Esta situación también supone un desastre medioambiental, ya que el río y los animales de la zona están totalmente contaminados.


Aun así, hay que destacar que el vertedero de Agbobloshie y sus alrededores constituyen el medio de subsistencia de miles de personas de la zona, sin el cual se verían abocadas a una situación de precariedad aún mayor. Es por ello que el desmantelamiento inmediato del vertedero pone en una situación de gran vulnerabilidad a las personas que trabajan cada día, y la zona del mercado, siendo estas actividades su principal medio de subsistencia.

Pedimos que se ponga fin a la violencia ejercida por la campaña de desmantelamiento y reubicación de Agbogbloshie, garantizando que el desplazamiento a Adjen Kotoku comporte una mejora de las condiciones laborales de todas las personas, de la comunidad y del entorno. Hay mucha población a la que la están arrebatando lo poco que tiene, a la que se le está exigiendo un abandono inmediato de su actual forma de vida. El gobierno local de Henry Quartey debe garantizar la seguridad, en un proceso totalmente pacífico donde se respeten los derechos humanos de todas las personas de Agbogbloshie. Las nuevas instalaciones de Adjen Kotoku deben asegurar unas condiciones laborables justas, que minimicen los actuales impactos sociales y medioambientales.

El caso de Agbogbloshie no es un caso aislado. La raíz del problema trasciende más allá de Ghana. El modelo productivo y de consumo mundial a la que nos exponemos acaba implicando consecuencias muy graves en países empobrecidos, a pesar de ser estos los que menos contribuyen a este modelo capitalista. Según los últimos datos 2019 se generaron 53,6 millones de toneladas de basura electrónica en el mundo, de las que sólo se gestionaron apropiadamente el 17,40%. Hay bastante incertidumbre sobre una cifra importante de residuos que terminan en el tráfico ilegal enviado a países como Ghana, donde no hay recursos para ser reciclados adecuadamente. Ante un problema global pedimos una solución global. Todas las partes implicadas deben asumir su parte de responsabilidad: fabricantes, instituciones políticas y administraciones públicas, y quien consumimos los aparatos electrónicos.

Aprovechamos este comunicado para hacer esta petición extensible a la multitud de vertederos de países empobrecidos que reciben basura electrónica de países enriquecidos. El Convenio de Basilea que regula estos movimientos ilegales debe cumplirse y auditarse, evitando la exportación de tóxicos a los que precisamente menos generan.

Como consumidoras, no olvidemos que la solución pasa no solo por reciclar adecuadamente en origen, sino por la reducción de nuestro consumo, así como apostar por la reparación y reutilización.