La semana pasada marcó el inicio de la COP29, donde representantes de unos 200 países se reúnen un año más para abordar la crisis climática mundial y la necesidad urgente de limitar el aumento de temperaturas. La conferencia de este año, que tiene lugar del 11 al 22 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán, pretende seguir avanzando en el objetivo establecido por el Acuerdo de París de no superar los 1,5 °C de la temperatura media global. Un sector que evade su responsabilidad climática es el de las grandes empresas tecnológicas. A pesar de los compromisos públicos, estas empresas (especialmente por su dependencia de proveedores de Asia oriental) siguen siendo grandes emisoras globales y dificultan objetivos climáticos con sus prácticas insostenibles.
La huella de carbono y el greenwashing de las grandes tecnológicas y las cadenas de suministro
Microsoft, que proclama públicamente su firme compromiso en ser sostenible, por ejemplo, ha ampliado su objetivo a conseguir la neutralidad de carbono, ser positiva en agua y generar cero residuos de cara a 2030, a raíz de la última COP28. Pese a su promesa, la empresa se encuentra bajo escrutinio por establecer alianzas con gigantes del sector de combustibles fósiles. A multinacionales como ExxonMobil, les ofrecen servicios de nube e inteligencia artificial diseñados para optimizar la extracción de petróleo y gas. Estos servicios pueden sumar hasta 50.000 barriles de petróleo diarios ya en 2025. Desde el anuncio de su objetivo de neutralidad de carbono en 2020, las emisiones de Microsoft han aumentado un 42%, lo que pone en duda la coherencia entre su discurso ambiental y sus acciones. Este blanqueo verde o greenwashing está más comprometido a dar una imagen de responsabilidad ambiental que a reducir sus prácticas insostenibles.
Más allá de Microsoft, gran parte de la huella de carbono de la industria tecnológica proviene de la cadena de suministro, especialmente de proveedores de electrónica de consumo en Asia oriental. Desde los semiconductores hasta pantallas y montajes finales, estos proveedores son responsables de más de tres cuartas partes de las emisiones de toda la industria electrónica. Esto incluye proveedores de grandes marcas como Apple, Dell, HP, Amazon, Lenovo, Google y Samsung, los cuales tienen la mayor parte de su producción en Japón, Taiwán y Corea del Sur. Allí, la fabricación de semiconductores es especialmente intensiva en energía y depende en gran parte de fuentes no renovables, cosa que complica los esfuerzos por descarbonizar la industria.
Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), uno de los mayores fabricantes de chips del mundo, ha prometido alcanzar las emisiones netas cero y la energía renovable para 2050. No obstante, según informes de 2021, solo un 9 % de su energía provenía de fuentes renovables ese mismo año. A medida que la demanda de electricidad de la empresa sigue creciendo, se prevé que su consumo en 2030 también crecerá hasta ser equivalente a una cuarta parte de la población de Taiwán. Llegado ese año, se espera que la industria de los semiconductores en Taiwán utilice el doble de electricidad que Nueva Zelanda en 2021, y que un 82 % del consumo sea de TSMC.
Samsung Electronics, el fabricante de semiconductores más grande de Corea del Sur, tiene la previsión de que sus emisiones llegarán a 32 millones de toneladas métricas de CO₂ anuales en 2030, la cifra más alta del sector. Esta dependencia de fuentes no renovables podría incrementar las emisiones del sector de los semiconductores de Corea del Sur en un 145 % para 2030. Samsung ha obtenido la calificación más baja entre los fabricantes de chips, una nota de D+, por su lentitud al hacer la transición hacia un uso de 100 % energía renovable.
En 2022, la empresa taiwanesa de montaje Foxconn tuvo unas emisiones superiores a las de Islandia. Solo un 8 % de su energía era renovable, en comparación con su competidor Luxshare Precision, que logró un 24 %.
→ ChatGPT consume una cantidad de energía equivalente al consumo energético de 33.000 hogares norteamericanos
Según los informes recientes de Greenpeace Invisible Emissions A forecast of tech supply chain emissions and electricity consumption by 2030, muchos de los principales proveedores de la industria tecnológica siguen sin conseguir las reducciones necesarias pese a la urgencia que este impacto ambiental supone para el planeta. Las emisiones de TSMC, Samsung y Foxconn aumentaron en 2022 en lugar de disminuir debido a cambios más bien simbólicos, como los certificados de energía renovable (REC), que no requieren transformar la infraestructura ni reducir significativamente el uso de combustibles fósiles. Ninguno de los 11 proveedores principales se compromete a reducir sus emisiones a la mitad antes de 2030, lo que sería esencial para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de no superar los 1,5 °C de calentamiento global.
Además de las emisiones derivadas de la fabricación y las cadenas de suministro, la industria tecnológica también debe afrontar el impacto ambiental de la Inteligencia Artificial (IA), tecnología que requiere una gran cantidad de energía para funcionar. Un sistema de IA generativa, como por ejemplo ChatGPT, consume una cantidad de energía diaria equivalente al consumo energético de 33.000 hogares norteamericanos. Este creciente consumo de energía genera emisiones de gases de efecto invernadero, dado que la mayor parte proviene de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón. Las tecnologías digitales representan entre el 8 % y el 10 % del consumo energético mundial y entre el 2 % y el 4 % de las emisiones globales de efecto invernadero. Si internet fuera un país sería el cuarto que más contamina del mundo.
Con la COP29 destacando la importancia de los compromisos climáticos globales, es hora de que las empresas tecnológicas afronten seriamente su impacto medioambiental. Es imprescindible que estas multinacionales dejen de apoyarse en la producción de combustibles fósiles. Tienen que establecer objetivos de emisiones claros, hacer la transición hacia fuentes de energía renovable de alto impacto y llevar a cabo reducciones significativas en toda su cadena de suministro.