Hoy, seis días antes del inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP 26, Electronics Watch publica dos películas centradas en la extracción de níquel, un mineral clave para las baterías de los vehículos eléctricos y la infraestructura de energía renovable.
Producidos en colaboración con el Pacific Asia Resource Center y Friends of the Earth, Japón, con el apoyo de Bread for all, Un grito desde Palawan – El coste ambiental y social de la transición energética y Qué está en juego detrás de la transición energética? – El coste real de la minería del níquel en Filipinas demuestran vívidamente la necesidad de una transición justa para alcanzar los objetivos climáticos.
Nos enfrentamos a una paradoja climática: las mismas industrias que son necesarias para salvar el clima también la amenazan. Las baterías son esenciales para la transición climática. Según la Alianza Mundial de Baterías y el Foro Económico Mundial, las baterías pueden permitirnos realizar el 30% de las reducciones de carbono requeridas en los sectores del transporte y la energía según el acuerdo de París. Las baterías de los vehículos eléctricos requieren minerales como el níquel, el cobalto y el litio y dependen de los semiconductores. Por lo tanto, tanto la industria minera como la de los semiconductores son fundamentales para alcanzar nuestros objetivos climáticos.
Sin embargo, la extracción de minerales clave para las baterías ha destruido los hábitats locales y ha provocado la deforestación. La industria de los semiconductores requiere enormes cantidades de energía y agua, y ambas generan residuos peligrosos.
Electronics Watch también ha identificado graves violaciones de los derechos de las personas trabajadoras en ambas industrias. Los semiconductores se fabrican en Malasia, Taiwán y China, donde el trabajo forzado relacionado con la contratación de trabajadores inmigrantes es preocupante. Las fábricas de semiconductores de segunda línea (pruebas y montaje) utilizan cientos de productos químicos tóxicos que ponen en peligro a los trabajadores y trabajadoras y a las comunidades. La extracción de minerales esenciales también expone a menudo a los trabajadores a condiciones de trabajo inseguras. Además, pueden sufrir represalias si intentan proteger sus comunidades y entornos locales y defender sus derechos.
Cuando estas industrias esenciales para la transición energética ayudan y perjudican al mismo tiempo, las soluciones tecnológicas a la crisis climática son difíciles de conseguir. Pero nuestra pregunta es: Podemos ayudar a resolver la paradoja climática reforzando los derechos de las comunidades y de las personas trabajadoras de la industria minera y de los semiconductores? Dicho de otro modo: Son la reducción de las emisiones y el respeto de los derechos de las partes interesadas dos caras de la misma moneda? Creemos que la respuesta es sí. Así, la crisis climática requiere una transformación social y medioambiental, no solo un cambio tecnológico.
Los videos «Un grito desde Palawan, Filipinas» y «¿Qué está en juego detrás de la transición energética?«, defienden la transición social y medioambiental que se necesita urgentemente hoy en día. Señalan que el mundo necesita níquel para la transición energética, pero esta no puede producirse a costa de la deforestación y la destrucción de los hábitats locales, como la que se observa en esta hermosa isla, Palawan. Aquí, una Transición Justa significaría que la población indígena local y los trabajadores y trabajadoras tengan voz e influencia colectiva sobre la expansión de las zonas de extracción de níquel. Estas personas sufren las consecuencias de la destrucción de los hábitats locales. Son las personas más inmediatamente impactadas por las operaciones mineras y, por tanto, las que más fervientemente articulan la necesaria perspectiva social y medioambiental que los beneficiará no solo a ellos sino a todas nosotras.
La idea de que las personas afectadas por el desarrollo de las minas o las condiciones de las fábricas deben tener una voz significativa en estas industrias está firmemente arraigada en el movimiento sindical internacional desde hace siglos.
Más recientemente, los instrumentos internacionales que regulan la diligencia debida en materia de medio ambiente y derechos humanos exigen a las empresas un compromiso efectivo con las partes interesadas, como las personas trabajadoras y las comunidades afectadas, para identificar el impacto adverso en las cadenas de suministro y desarrollar soluciones.
«Compromiso de las partes interesadas» no es más que el término actual en el ámbito de las empresas y los derechos humanos para referirse a la tradición del diálogo social: la comunicación y la negociación efectiva en ambos sentidos entre los representantes de las empresas y los trabajadores y trabajadoras (y a veces los gobiernos) sobre cuestiones de interés común.
Para hacer realidad el potencial de las baterías, un diálogo social efectivo basado en los valores de la interdependencia y la solidaridad globales debe ser una parte clave de la transformación social y medioambiental fundamental que necesitamos ahora. Ha llegado el momento de que los trabajadores y las comunidades afectadas de Palawan y de otros lugares puedan influir y dar forma a sus entornos locales. El futuro de la crisis climática depende de ello.