La integración de las tecnologías digitales en la vida cotidiana ha hecho que cada vez tengan más influencia e impacto en nuestros derechos. Por este motivo cada vez está ganando más importancia el debate sobre como las tecnologías vulneran nuestros derechos digitales.

 

Según un informe de Ofxam, entre estos derechos encontramos:

Derecho a la no discriminación: En muchos casos, las tecnologías digitales han codificado, incrementado o reforzado discriminaciones preexistentes; sus ocultaciones o sesgos responden a y operan dentro de los marcos machistas, racistas, capacitistas, etc. de nuestras sociedades. Son un ejemplo los sesgos de la IA.

Derecho a la vida, la libertad y la seguridad: Las nuevas tecnologías han facilitado y exacerbado, en algunos casos, o transformado, en otros, el ejercicio de violencias tradicionales. Han surgido tecnologías inteligentes y armas letales autónomas, como por ejemplo drones empleados en contextos militares, de operaciones especiales o, incluso, civiles, puesto que las fuerzas del orden de muchos países han utilizado los drones militares para prácticas de vigilancia.

Derecho a la privacidad: En este contexto de capitalismo de vigilancia, las empresas han convertido las plataformas digitales en espacios donde los usuarios renuncian al control sobre su información personal. Esta información es recopilada y monetizada, convirtiendo datos privados en un producto valioso para las corporaciones que los explotan con el objetivo de maximizar sus beneficios.

Derecho a la libertad de expresión, opinión e información. Son frecuentes las prácticas de censura por parte de los Estados, el borrado de contenidos que documenten vulneraciones de derechos humanos en plataformas de redes sociales privativas u otras plataformas comerciales, o la presencia de información falsa en Internet, sobre todo en las redes sociales y servicios de mensajería corporativos (WhatsApp por ejemplo).

Derecho de asociación y participación política: Las tecnologías digitales tienen que garantizar este derecho y no al contrario. A pesar de esto, la carencia de anonimato deja desprotegidas y expuestas a las activistas y defensoras, que pueden ser perseguidas y oprimidas más fácilmente. Esta invasión de la privacidad no solo afecta al ámbito personal, sino que tiene implicaciones políticas profundas. Empresas como META (Facebook e instagram) utilizan estos datos para campañas que influyen en las intenciones de voto y manipulan la opinión pública, especialmente durante procesos electorales. Mediante el análisis detallado del comportamiento de las usuarias, estas plataformas pueden crear mensajes personalizados que impactan emocionalmente y cognitivamente, y así dirigir campañas publicitarias que amplifican discursos polarizadores y desinformación. Esto no solo mengua la calidad del debate democrático, sino que también perpetúa la apatía política, puesto que la ciudadanía se siente cada vez más alienada en un sistema que parece manipulado por intereses corporativos.

Derecho a un trabajo digno: Varias empresas de plataforma han aprovechado los vacíos reguladores para atacar a los derechos laborales y aumentar así sus beneficios. son ejemplos emprendidas como Uber, Amazon o Glovo. Por otro lado, también se han denunciado condiciones precarias por parte de las moderadoras de contenidos de las redes sociales, las cuales han estando sufriendo daños graves a su salud mental.

Pexels Tracy Le Blanc

Además también es relevante añadir:

 Derecho a la salud: Según la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental, existe una relación entre el uso excesivo de internet con consecuencias psicopatológicas. Diferentes estudios revelan como el uso de internet de manera excesiva muestra disparos psicosociales de impulsividad, timidez, disminución de la autoestima, aislamiento social y menor interés por otras actividades. El uso de pantallas durante un periodo excesivo de tiempo se ha relacionado con estrés, dificultad para concentrarse y memorizar e insomnio.

Esta lista no es exhaustiva, pero pretende dar una primera idea sobre el alcance tan grande que tienen las tecnologías digitales en nuestros derechos.

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